La agricultura moderna, que produce altos rendimientos a través del uso intensivo de insumos químicos y energía no renovable, actualmente está siendo fuertemente cuestionada en términos de salud pública e integridad ambiental.
La tendencia, entonces, refleja la importancia de diseñar sistemas de cultivo utilizando principios ecológicos y servicios ecosistémicos para mejorar la sostenibilidad de los agroecosistemas y la eficiencia de producción. Este enfoque se conoce como “agroecología“.
En este marco, se destacan una serie de prácticas que incluyen los cultivos intercalados, las rotaciones de cultivos, los cultivos de cobertura, el uso de estiércol como abono, la labranza reducida y la agrosilvicultura.
Cultivos intercalados
El cultivo intercalado; es decir, el cultivo simultáneo de dos o más cosechas en la misma tierra, tiene un gran potencial y constituye una alternativa para optimizar sustancialmente los sistemas de cultivo gracias a la diversificación.
Además, se logran ventajas adicionales cuando los cultivos consociados incluyen leguminosas.
Las leguminosas intercaladas demostraron ser capaces de proporcionar una amplia gama de servicios y de producir rendimientos sustancialmente más altos que un cultivo único.
Entre esas ventajas pueden citarse que mejoran la dinámica del nitrógeno como nutriente (esto asociado a la fijación biológica), mejoran la eficiencia en el uso de agua, facilitan el control de malezas, reducen los ataques y daños por plagas, aumentan la estabilidad del suelo, la agregación y la permeabilidad y aumentan la biomasa, la actividad y la diversidad de microorganismos del suelo.
Sustentabilidad
En este contexto, Duchene y colaboradores (2017) discuten el papel que desempeñan los cultivos intercalados de cereales y leguminosas no sólo en la mejora de los rendimientos de los cultivos sino también en la sostenibilidad de los agroecosistemas, mediante la explotación del concepto de ‘complementariedad’ vegetal para la adquisición de recursos del suelo y la ‘facilitación’ de procesos rizosféricos gracias a las triples interacciones positivas planta-suelo-microorganismo.
Estos autores analizan en los cultivos intercalados aspectos de complementariedad, de facilitación y de competencia.
La complementariedad, que abarca procesos temporales, espaciales y químicos, se refiere a los recursos de partición, reduciendo la competencia entre especies; mientras que la facilitación permite interacciones positivas entre las especies de plantas responsables de los servicios suplementarios.
Por ejemplo, la facilitación se produce cuando una especie es capaz de movilizar una reserva inicialmente no disponible en el suelo, gracias a la presencia y acción de otra especie. El concepto de facilitación es ahora ampliamente reconocido y se han realizado investigaciones sustanciales sobre estas interacciones positivas.
También los microorganismos juegan un rol en la facilitación, y esta acción es recíproca, porque el cultivo intercalado puede favorecer, a su vez, la abundancia y la actividad microbiana. Se demuestra una vez más el papel de las bacterias y las micorrizas en las interacciones de las plantas, la salud y la nutrición en la rizosfera.
Manejo
También las ventajas del cultivo intercalado pueden asociarse a las condiciones de su manejo. Por ejemplo, el espaciamiento de los surcos y la disposición intercalada son elementos importantes de los patrones de siembra de los sistemas de consorcio. Esto puede influir en el ambiente microclimático de las especies interespecíficas, en particular la tasa de transmisión de luz de los grupos de cultivos.
Por ejemplo, eficiencia fotosintética/sombreado y microclima para promover/evitar el desarrollo de patógenos son aspectos a considerar a nivel de canopeo de las especies consociadas. También la comprensión de las interacciones interespecíficas subterráneas entre los cultivos intercalados es crucial para la producción sostenible de granos.
Con la facilitación y la disminución de la competencia entre los cultivos, los sistemas de consorcio pueden utilizar el agua y los nutrientes del suelo de manera más eficaz y reducir los costos de siembra, mejorando así la producción agrícola.
En ese sentido, Yang y colaboradores (2017) evaluaron las interacciones aéreas y subterráneas en el sistema de consorcio entre maíz y soja. Entre sus resultados, no observaron diferencias significativas entre los tratamientos relacionados con la separación de raíces entre filas adyacentes de maíz y soja en los datos de la biomasa y el rendimiento de los cultivos en condiciones de campo.
Sí observaron resultados contrastantes para diferentes configuraciones de hileras, analizando la biomasa, el rendimiento y los parámetros fotosintéticos.
Los autores sugieren que las mayores contribuciones para las ventajas intercalares pueden atribuirse a la competencia por encima del suelo que la competencia subterránea entre estas especies consorciadas.
Los rendimientos de maíz intercalado aumentaron a medida que aumentaba el espaciamiento de las hileras de maíz, pero se observaron tendencias opuestas para la producción de soja intercalada. Así, la ventaja del consorcio puede ser mejorada disminuyendo la capacidad competitiva del maíz.